Quiero seguir encerrada contigo en esta celda de 4 o 5 o 6 paredes, ya no sé ni contar el número de veces que me he subido y he bajado y me he dejado controlar mientras te controlo el sudor y las prisas y los versos que te digo mientras te grito al oido gimiendo:
Que eso de hacer el amor follando mientras nos odiamos se nos da de puta madre.
Que me pasaría toda mi vida pegada a cualquier cama donde estés tú, que no quede nadie, si quieres ni fabriques puertas...
Sólo necesito una ventana para gritar por las mañanas todo lo grande que me haces sentir, como elevarme desde el suelo a 50 centimentros de altura y más arriba.
Sólo necesito unas cuantas paredes pintadas de azul clarito, como el horizonte por las mañanas de julio, para sentir que lo que nos rodea es eterno y el tiempo no existe.
Y unas almohadas por si nos enfadamos crear fronteras débiles, de esas que se caen a los dos besos y desaparecen a las tres caricias.
Yo no necesito nada más en mi vida, si estás tu, todo sobra.
Que me faltan las palabras y los momentos para decirte lo que siento.
Solo tengo que sentir tus manos abrazadas a mis caderas mientras buscas nuevos caminos o alternativas en mis lunares y mis curvas... sentirte enteramente para mi.
Ya no siento miedo en hacerlo bien o mal, porque contigo nada me da miedo.
Podría volar sobre esta habitacion sin miedo a caer porque tu estarás en la cama con los brazos abiertos para recogerme, y hacerme sentir que es nuestro, que todo lo que nos rodea nos pertenece.
Las caricias, los besos, los gemidos, los golpes, los arañazos, el sudor, los gritos, los orgasmos, los momentos, las paredes, la cama, el colchón, las sábanas, las noches, los amaneceres, ataredeceres...
Todo.
Porque tu me lo das todo, me das el cielo justo en el momento en el que me miras a los ojos y me dices: "¡Luna!"
Desde ese preciso instante mi corazón va al ritmo de tus pestañeos y tu risa.
Y tu, dueño de mi.
Que eso de hacer el amor follando mientras nos odiamos se nos da de puta madre.
Que me pasaría toda mi vida pegada a cualquier cama donde estés tú, que no quede nadie, si quieres ni fabriques puertas...
Sólo necesito una ventana para gritar por las mañanas todo lo grande que me haces sentir, como elevarme desde el suelo a 50 centimentros de altura y más arriba.
Sólo necesito unas cuantas paredes pintadas de azul clarito, como el horizonte por las mañanas de julio, para sentir que lo que nos rodea es eterno y el tiempo no existe.
Y unas almohadas por si nos enfadamos crear fronteras débiles, de esas que se caen a los dos besos y desaparecen a las tres caricias.
Yo no necesito nada más en mi vida, si estás tu, todo sobra.
Que me faltan las palabras y los momentos para decirte lo que siento.
Solo tengo que sentir tus manos abrazadas a mis caderas mientras buscas nuevos caminos o alternativas en mis lunares y mis curvas... sentirte enteramente para mi.
Ya no siento miedo en hacerlo bien o mal, porque contigo nada me da miedo.
Podría volar sobre esta habitacion sin miedo a caer porque tu estarás en la cama con los brazos abiertos para recogerme, y hacerme sentir que es nuestro, que todo lo que nos rodea nos pertenece.
Las caricias, los besos, los gemidos, los golpes, los arañazos, el sudor, los gritos, los orgasmos, los momentos, las paredes, la cama, el colchón, las sábanas, las noches, los amaneceres, ataredeceres...
Todo.
Porque tu me lo das todo, me das el cielo justo en el momento en el que me miras a los ojos y me dices: "¡Luna!"
Desde ese preciso instante mi corazón va al ritmo de tus pestañeos y tu risa.
Y tu, dueño de mi.